viernes, 28 de octubre de 2016

¡Intensos colores los tuyos, Guatemala!

km. 1982



           Recuerdo cuando estaba buscando un destino en Latinoamérica donde hacer un intercambio en la universidad, podía elegir entre prácticamente todos los países y entre ellos estaba Guatemala, pero todavía lo veía como una opción muy desconocida e insegura donde pensaba que no aprendería mucho. Sin duda me equivocaba ya que son tantos los aprendizajes que uno consigue en un país como este que le atraen hasta el punto de querer adentrarse en lo mas profundo de estas tierras preciosas.



Salí un miércoles de Huehuetenango después de desayunar con mi anfitrión Carlos y conversar tranquilamente sobre política y asuntos varios sobre cómo arreglar el mundo. La verdad es que se nota quien comparte su vida con personas de otros países que tienen una mentalidad abierta y lleva a su vez a nuevas ideas que antes veías impracticables. Así, Carlos que no ha viajado tanto, recibe viajeros habitualmente y disfruta compartiendo lo que tiene. Es seguro que pronto realizará ese soñado viaje hacia Europa, pero primero toca ahorrar y arreglar las cosas en el trabajo para poder zarpar a gusto.


El destino era Quetzaltenengo, o Xela en la lengua local, aunque en realidad había contactado con un americano que vivía unos kilómetros antes en un pueblo y me brindaba su hospitalidad por el tiempo que hiciera falta. De hecho, contacté a última hora con él que acababa de subir una montaña y no puso inconveniente en que llegara mas tarde de lo previsto, ya entrada la noche. La ruta fue una montaña rusa en la que subía y bajaba puertos de mas de 20 kilómetros. Por primera vez en el viaje veía que mi rueda trasera se deshinchaba  y perdía tracción, ya llegando al final del puerto de montaña. Me tocó parar en una aldea donde cambiar la cámara donde los niños y lugareños me rodeaban y se quedaban mirando a unos escasos metros para ver qué demonios hacía ese extranjero con su nave, desmontando todas esas piezas. ¿Qué llevará en esas alforjas azules?



Tranquilidad y buenas formas para cambiar la cámara, hay que tomarse todo con buena filosofía. Retomamos la marcha y otra vez el mismo cuento de la rueda, pierde aire..., bueno, ya vamos de bajada y no queda tanto para llegar, aguanta un poco y vamos hinchando la rueda cada 5 kilómetros. Yo pensé que debía ser algo de la llanta pero resultó finalmente que unas láminas metálicas habían atravesado la cubierta y pinchaban la cámara. Llego muy cansado y me equivoco en las instrucciones para llegar ala casa de Carl. Todo solucionado después de una rica cena y ducha reconfortante para llegar a descansar a un lindo lugar lleno de naturaleza donde los colibríes llegan a danzar entre los árboles.





Carl es un viejo lobo de mar que pasó 30 años en barcos mercantes como chapista del buque y decidió que Guatemala era el sitio en el que quería vivir casándose con una indígena y teniendo su familia en un entorno agradable. En Guatemala las mujeres tienen muy pocas posibilidades de ir ala universidad y ganar su independencia económica por lo que en su mayoría viven subyugadas por sus maridos que muy frecuentemente se pasan con la bebida. Carl ha creado una fundación en la que ayudan a mujeres indígenas pobres a ir ala universidad y de esta forma, poder aspirar a una vida mejor. Él tenía mucho interés en que las conociera pero ya llevaba tres días en los que había descansado bien y salido a conocer los alrededores, pero el cuerpo ya me pedía acción por lo que decidí salir en lunes hacia el lago Atitlán.


Subimos hasta los 3000 metros de altura mi nave y yo, donde ya se nota el fresquito, pero apura los frenos, bajamos hasta los 1500 del pueblo de Panajachel a las orillas del lago Atitlán serpenteando entre pendientes espectaculares donde los volcanes se dejaban ver majestuosamente. Bella naturaleza.





Ya llegamos, bien, toca buscar un sitio donde quedarse y averiguo un sitio por unos 4 Euros en los que me ofrecen una habitación con una cama y baño compartido. Mas que de sobra. Paso unos buenos días donde conozco a tres españoles que viajan por un mes desde México a Nicaragua. Se dedican a esquilar ovejas y viven en un valle perdido en Galicia en el que una comunidad de unas 70 personas ha repoblado un terreno deshabitado formado un bonito colectivo que se apoya viviendo en plena naturaleza. Debatimos y reímos mucho y quedamos en vernos en Antigua en un par de días.





En verdad es uno de los lagos mas bellos del mundo donde la luz que emana desborda los sentidos y atrapa hasta el punto de quedarse boquiabierto por un buen rato mientras ves pasar las nubes.


En una de las etapas mas duras hasta ahora, llego a Antigua por una carretera poco concurrida por el tráfico a causa del estado de la misma y de nuevo pongo a prueba la resistencia de mis piernas con pendientes extenuantes que se alivian con la vista del lago y los volcanes. Desde luego, merece la pena.






Llego destrozado por la empedrada calzada de Antigua y me reciben con una noche gratis con su desayuno en un hostal donde, a los que llegan en bici, se les concede este privilegio. Mientras ponen a punto mi nave para nuevas expediciones, comparto entre risas y bromas buenos momentos con amigos de Guatemala y Perú. Buen campamento base donde reponer fuerzas.







Vamos a ver si en la próxima entrada os cuento que estoy surfeando buenas olas porque ¡¡voy hacia El Salvador!! ¡¡Qué ganas!!

     

miércoles, 19 de octubre de 2016

¡Vamos Guatemala! ¡¡La fiesta es temprana!!

km. 1430




    Agur México, kaixo Guatemala!



La aventura continua desde tierras guatemaltecas pero antes de contar qué pasa por estos lares, recapitulemos...


Seguía subiendo montaña arriba hasta que llegué a San Cristóbal  de las Casas donde se celebraba el Congreso Nacional Indígena y no me lo podía perder. Era una ocasión inigualable para ver qué pasa con los pueblos indígenas que tanta guerra han dado y dan al pésimo gobierno mexicano. Nosotros nos quejamos de lo que tenemos, pero creédme, esto es otra liga en la que compran votos por 5 Euros.
Como no conseguí a nadie que me hospedara, decidí quedarme en un hostal que me habían recomendado bien baratito y bonito y la verdad que ha sido perfecto para descansar y conocer a otros viajeros de Australia, Alemania y Argentina que iban expresamente al congreso.

San Cristóbal es un pueblo precioso de arquitectura colonial que sigue enamorando viajeros hasta el punto que muchos se han quedado a vivir y han montado sus propios negocios. Entre un ambiente multicultural, los indígenas viajan desde sus comunidades a vender los alimentos y artesanías que producen en la ciudad. Qué pena no poder llevarme nada que incrementaría el peso que ya llevo en mi bicicleta, pero me tuve que contener.







En el congreso pude darme cuenta del ninguneo que se sigue haciendo a los lugareños desde el gobierno que despropia continuamente tierras y deja al pueblo en la mas absoluta pobreza. Allí se encontraban el ejército zapatista con el Subcomandante Marcos al frente. Tuvieron un buen detalle al levantarse y ceder sus asientos a unas señoras que no tenían dónde descansar al estar todo lleno. Ellos siguen escondiendo sus rostros a pesar de que tras un tratado les han exculpado de todo cargo.


Después de esta interesante parada en un buen sitio para recuperar fuerzas, continuaba la marcha hacia Comitán que ya se acerca ala frontera guatemalteca. Como casi todo era de llanura, pude hacer 100 kilómetros tranquilamente. Allí me esperaban Óscar y su familia, los cuales me han brindado mucha hospitalidad y la mejor de las atenciones. Como caía en fin de semana, no ha faltado la fiesta, barbacoa, tequila... y el caldito del domingo ;)






Como todo suele volver a comenzar en lunes, recupero la marcha hacia Guatemala. Son 90 kilómetros entre llanos y bajada en los que termino en la frontera del lado mexicano. Decido pasar ahí la noche y coincido en la pensión con una pareja de chicas guatemaltecas que esperan su permiso de entrada a México para soñar con un lugar donde ser mas libres y tener trabajo. El permiso solo se concede hasta las ciudades limítrofes, pero tienen pensado pasarse 1000 kilómetros al norte donde un amigo, les conseguirá trabajo y un lugar donde estar. Al día siguiente, una cola de unas 50 personas esperaba por el permiso alas 7 de la mañana. Ahí es donde te das cuenta de la suerte que tienes de haber nacido en un lugar rico. Yo podría pasar sin ni siquiera sellar el pasaporte que no me iban a decir nada..
No pude mas que desearles la mejor de las suertes y continuar rumbo sur con la pena de que muchas personas pierden la vida en el intento de subir hasta los Estados Unidos.  Qué paradoja, yo rumbo sur y los lugareños rumbo norte hacia un "futuro mejor". Ojalá que así sea.





Con ese sentimiento agridulce entro en Guatemala y me doy de frente con abruptos cañones por los que surca la carretera que me lleva hasta Huehuetenango, ya ya, vaya nombrecito ;) 
Yo que pensaba que México sería el país donde menos cuidado tienen los coches y me doy cuenta de que por aquí parece que les han regalado el carnet en una tómbola. Bueno, toca afinar la atención y pegarme lo mas posible ala derecha, ¡menos mal que no hay barranco!

Llego a Huehue mojado completamente por la lluvia y me recibe Carlos, con un cafecito después de la ducha caliente.. ¡¡qué mas se puede pedir!! ¡Pues una cervecita cuando ya has entrado en calor!
Toca descansar un poco, lavar ropa y arreglar alguna pieza suelta de la bici. 

Mañana me subo a la bici de nuevo, a ver dónde acabamos esta vez!!
Es lo que tiene la aventura, que no sabes lo que vas a hacer mañana, pero la convicción de que todo saldrá bien acaba por ser cada vez mas fuerte.

Un abrazo a todos y todas las que dais vuestras muestras de afecto por aquí. Me las llevo en las alforjas!!



Paellita para comer!! 


lunes, 10 de octubre de 2016

Perdido entre montañas

km. 1150



Queridos amigos,



 

      Por fin puedo decir que he encontrado la esencia de viaje que yo estaba buscando.

Si cuando estaba en Palenque no estaba muy seguro de si iba a ser muy arriesgado pedalear por una carretera estrecha, en mal estado y llena de conductores imprudentes donde premia la ley del mas fuerte, creo que la decisión de salir a por esas cuestas ha sido mas que acertada.

Primero decir que no hay tanto tráfico como pensaba y que con un poco de cuidado, bien pegadito ala derecha, no te atropellan, o al menos no lo han hecho todavía. Igualmente, al ver el típico cartel zapatista en el que avisan que "aquí manda el pueblo y el gobierno obedece" ya te deja entrever que va a ser una tierra muy especial por lo combativo de sus lugareños.



Las curvas y subidas extenuantes se iban sucediendo al paso que veía los indígenas y paisajes impresionantes a medida que subía de altura. Con la altura también bajaban las temperaturas con lo que las gotas de sudor disminuían y yo me daba por satisfecho con llegar alas cascadas de Agua Azul y darme un merecido baño reponedor. 

Con la idea del relajante baño pedaleaba cuesta arriba y de repente me encuentro con un par de mujeres indígenas con sus hijos sosteniendo una cuerda que cortaba la carretera. Yo que ya me imaginaba que me iban a cortar el paso, me bajo de la bici e intento permanecer con calma. La mujer me dice: "si compras vas a pasar" y me ofrecían frutas pegándose a mi y traspasando la barrera de intimidad. Al principio intenté zafarme, pero sentí que podía ser peligroso escaparme cuesta arriba a 7 kilómetros por hora y los maridos con machetes tras de mi, por lo que les compré unos plátanos ala mitad de lo que me pedían y continué la marcha un poco crispado. Mas tarde supe que hice bien ya que los cortes de carretera son muy frecuentes y piden dinero a los que pasan reclamando que el gobierno no hace nada por ellos y que hay que pagar el "peaje".  Toman como una ofensa el negarte y se pueden poner bravos.

Como todo no iba a ser calvario, llego a las cascadas y me instalo plantando mi tienda de campaña en un lugar resguardado. ¡A por el baño!






El camino continuaba por colinas empinadas llenas de curvas y paisajes que te dejan con la boca abierta hasta que por fin llegaba a Ocosingo, una ciudad de unos cincuenta mil habitantes en la que me recibía un cuate de Couch Surfing. Es fin de semana y aunque la oferta de diversión no es muy variada, nos vamos a jugar unas partidas de billar y tomar unas ricas micheladas. 
Al día siguiente llegaba Hitesh, un chico de la India que lleva año y medio viajando por América. No para de reír y contagiar su felicidad y nos vamos a preparar una barbacoa que, como suele pasar, no empieza hasta las 7 de la tarde, ya de noche. En resumen, muchas risas y momentos en los que te das cuenta lo poco que hace falta para pasarlo bien.





Dejo Ocosingo muy contento de haber compartido este fin de semana con mis nuevos cuates y prosigo el pedaleo ascendiendo hasta los casi 2000 metros encima del nivel del mar. Como 30 kilómetros de subida! Toma ya! Voy a sacar unas piernas de diamante. Por fin un poco de fresquito y lluvia que me recuerdan a mi Bilbao natal. A veces viene muy bien sacar la chamarra... quién lo diría.. :)

Mañana seguiré hacia San Cristobal de las Casas y promete ser un pueblo mágico. A ver si me hechiza! 


Os dejo esta frase de una canción del grupo musical Calle 13 que encuentro en Oxchuc.



Un saludo!!




martes, 4 de octubre de 2016

Llegando a Chiapas

Km. 938





Parece mentira pero poco a poco vamos avanzando en este bonito viaje. La verdad es que han sido unos kilómetros que me han servido para reflexionar en lo personal. He atravesado la península de Yucatán, Campeche y he pasado de refilón por el estado de Tabasco.

El paisaje es increíblemente colorido y selvático. Son muchas las veces que me detengo a observar las vistas y aunque me paso el viaje sudando y bebiendo agua para nivelar los líquidos en mi interior, disfruto de las paradas en los restaurantes y tiendas de carretera en las que siempre encuentro una amable conversación.

Hasta ahora, el camino ha sido bastante llano sin mucho desnivel por lo que he hecho etapas largas que van de los 120 a los 160 kilómetros. Quizás demasiado. Mi propósito en lo venidero es hacer etapas mas cortas que no pasen de los 80 kilómetros. Lo que me pasa es que siempre se intenta llegar un poquito mas lejos al no haber poblaciones muy grandes y tener las piernas alegres, pero tengo que dosificarme un poco mejor.

A mitad de camino entre Bacalar y Palenque, llegué a Escárcega, que es una ciudad de unos 50.000 habitantes donde se comenzó a sacar una resina de un árbol autóctono para producir chicle. Aquí me recibió Pedro, que es una excepcional persona que acoge viajeros en su casa familiar y disfruta brindando hospitalidad y compartiendo charlas y platos típicos de las nacionalidades de sus nuevos inquilinos. Fue un privilegio, puesto que pude ver cómo vivían el día a día y me integré en la dinámica muy bien. Hasta estuve echando una mano en el restaurante- pizzeria de una amiga. Los lugareños se extrañaban de ver un extranjero por ahí y reí mucho con ellos al encajar sus bromas.

Entre tanto, los otros hospedajes fueron hostales muy básicos en los que abundaban los bichitos, pero a todo se acostumbra uno, máxime cuando se está cansado y con hambre.

En la última etapa, llegando a Palenque, estaba casi sin dinero, al no encontrar ningún cajero y tuve que medir mucho el gasto para poder comer y comprar agua. Al final, me las ingeniaba para que me llenaran los bidones gratis y es que creo que el agua es algo que no se niega a nadie. Eso sí, al llegar a Palenque, me he dado el homenaje con una buena cena bien regada por unas cuantas cervecitas en buena compañía de gente del hostal en el que me quedo.

He pensado quedarme unos días aquí y descansar un poco. Hoy he aprovechado para visitar las ruinas arqueológicas que como estamos en la temporada baja, ha merecido mucho la pena para ver cómo funcionaba una ciudad maya sin la masificación turística. Es un lugar en plena selva que inspira tranquilidad y una energía muy intensa de todo lo acontecido hace siglos.

El camino que me espera hacia San Cristobal de las Casas es bastante angosto y llego de desnivel por lo que estoy pensando una alternativa en caso de que lo vea muy peligroso por el tráfico. Puede que tenga que volver a sacar el dedo y esperar que algún alma cándida me lleve en su camioneta... ya veremos!!

Os dejo algunas fotos.

Un abrazo a todos los que me leéis y espero que os gusten las historietas.